lunes, 7 de mayo de 2012

Cap.115

Carlos y Álvaro se empujaron con el hombro cuando pasaron por al lado de Borja y Edu. Los cuales se giraron enfadados aunque con una gran sonrisa en la cara.
-¿Qué pasa? ¿Vais a llorar?- dijo burlón Edu.
-Sí, sus queridas muñequitas han visto lo que es un hombre de verdad- Concluyó Edu.
Carlos se limitó a sujetar a Álvaro y decir:
-Podéis quedároslas. No somos tan rastreros de probar cosas de segunda mano.
-Tranquilo que quedárnoslas, nos las quedaremos- dijo Borja- Y bien que las disfrutamos.
Álvaro no aguantó más, consiguió soltarse de Carlos y se dirigió directo a Edu, le cogió por la camisa y levantó el puño.
-Te mato, te juro que te mato.
-¡Álvaro!- David llegó rápido y sujetó junto con Carlos a su amigo mientras Edu y Borja se reían.
-Cuidado- ironizaba Borja- ¡Que te pegará con su action man!
-Tío quiero llorar- actuaba Edu.
-Y vosotros meteros en vuestra put* vida- dijo David enfadado.
-Realmente se la metemos a unas put*s- dijo Borja sonriendo.
-Si no os callo la boca de una patada es porque hay demasiada gente- se limitó a decir Carlos.
-¿A qué eso no nos lo dices de nuevo en la calle, Carlitos?- dijo Borja acercádose a Carlos.
-Eh, si os vais a pegar, a la calle- Blas pasó enfadado. Aquí no quiero malos rollos ni por unas ni por otras- Miró a los 5 chicos uno por uno. La verdad es que Blas era muy simpático pero también se sabía imponer.
-A ver enano.- Dijo Borja. Uno no puede imponerse a todo el mundo- Que me da igual. Que ésto lo tengo que solucionar YA.
-Claro, en vez del cigarro de después, pues la paliza a los críos- dijo Edu guiñando un ojo a Álvaro, que estaba sujeto por David.
Laura y Nieves estaban en la acera fuera de la valla de la casa. Apoyadas en un coche. No les apetecía hacer nada. Les habían dicho de todo los chicos que más les gustaban y todo por culpa de Edu y Borja. ¡No eran así cuándo se conocieron!
-¿Qué está pasando con nuestra vida?- Laura se sentó en el suelo y empezó a llorar. Otra fase del alcohol.
-No pasa nada- dijo Nieves seria. Ella también se quería echar a llorar. La mayoría de las veces era Laura la que le consolaba a ella pero ahora tenían que cambiar los papeles. Tenía que, por lo menos, parecer fuerte delante de su amiga.
Pero no tuvo que disimular mucho porque vieron como la puerta se abría y 4 sombras salían de la casa corriendo y pegándose.

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