Nieves y Carlos bajaron a la cafetería aunque a Nieves no le hacia mucha gracia. Odiaba los hospitales, pero sobretodo las cafeterías, tantas caras largas, personas llorando... Eso no era para ella.
Se sentaron en una mesa y ella se pidió una napolitana de chocolate.
-Bueno, ¿Qué tal la mañana?- preguntó Carlos un poco serio.
-Muy bien, he podido dormir en el sofá y luego éstos se han despertado y han comido y nada...
-Ah, me alegro.
//En la habitación 456//
-La merienda- entró una enfermera con dos bandejas, una con café con leche y la otra con un cola-cao. Se fue cuando los repartió.
-¿Cola-cao? ¿En serio?- dijo Laura divertida mientras Blas se lo tomaba.
-¿Qué pasa? Es chocolate.
-Es de críos.
-Soy un crío- sonrió.
-Bueno, a ver. ¿No tenéis nada que contar? Qué habéis hecho o cosas por el estilo- cortó Álvaro intentando cambiar de tema.
-Pues no ha pasado gran cosa la verdad- dijo David dando un sorbo al café- que amargo... Bueno, no sé. Hemos estado hablando y eso porque pagar la televisión es demasiado dinero.
-Entonces compramos revistas o algo.- dijo Laura.- Así tenemos algo de qué hablar.
-Amm.. Ya.
-¿Hasta que hora os quedáis?- Preguntó Blas a su amigo.
-Hasta mañana al medio día.
-Nosotras vendremos por la tarde.
-Os echaremos de menos- dijo Blas un poco triste.
Entonces llegaron Carlos y Nieves. Ella llevaba un periódico y unas revistas.
-Lo que cuesta encontrar un kiosko abierto los domingos- dijo sentándose.- Ah David, tengo tu revista- se levantó y se la dio, sonrieron.
-¿Y vosotras cuándo os váis?- Preguntó Carlos
-Cuando queramos- dijo Nieves. No le apetecía hablar mucho con Carlos y menos depués de lo que había pasado.
//Unos minutos antes en la cafetería//
-Acompáñame al kiosko- dijo Nieves cuando pagó.
-¿Para qué?
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