-Pues muy fácil.- Dijo Laura entrando en el comedor, abrió el saco de Blas y el de Carlos. Nieves se despertó.
-¿Qué haces?- dijo aún casi dormida.
-A rodar como una croqueta.- Laura la empujó hasta que se quedó casi en el saco de Carlos.
Nieves pasó de decir nada, tenía demasiado sueño.
-Carlos amigo, me acoplo.
Carlos le contestó con algo parecido a un gemido. También estaba durmiendo. Laura miró a Blas victoriosa.
-Ya tienes saco.
-Gracias.
-Me gustabas más con la cara de harina- dijo sonriendo.
-Que te den.- El chico sonrió y se metió en su saco.- Buenas noches.
-Ale, todo solucionado.
Laura fue a irse del comedor.
-¿A dónde vas?- Preguntó Álvaro.
-A mi cama- dijo como si fuera lo más normal del mundo.
-No. Estamos todos aquí, así que tú también.
-¿Y dónde duermo?
-En mi saco, obvio.
La chica no contestó. A mitad de la noche, o por lo menos lo que les quedaba de noche al grupo, Nieves se despertó. Empezaba a tener calor y le apetecía un vaso de agua. Pero no podía ir porque alguien le había pasado el brazo por encima.
-Carlos... Carlos...- Empezó a moverlo un poco.
-mmmm- fue lo único que consiguió como respuesta.
-Mira, que te quito el gorro.
-¿Qué pasa?- dijo el chico.
-Pues que quites el brazo, que me quiero levantar y no puedo.
-Perdón...-El chico quitó el brazo.
-Acompáñame...
-¿Te da miedo?- sonrió.
-Después de haber visto la pelicula esa, sí.
Se levantaron y se fueron a la cocina. Creían que nadie les había oido pero alguien más estaba despierto pensando en lo que había pasado en el baño esa misma noche.
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